La efectividad de la intervención sistémica, que es el eje central de mi trabajo, cuenta con el respaldo de múltiples estudios psicoterapeúticos.
Como terapeuta de pareja sistémica, observo detenidamente y escucho con atención lo que dicen mis clientes cuando me explican porqué acuden a consulta.
Por medio de preguntas y pequeños ejercicios, investigo a fondo las dinámicas de la pareja, sus hábitos de comunicación, los temas tabú, los miedos y los anhelos de ambos. Todo aquello que muchas veces no ha encontrado aún, palabras para ser expresado, pero que igual ocupa espacio, consume energía, ejerce presión y modula la interacción de la pareja.
A veces solo en español, a veces en español y alemán, a veces solo en alemán. Dependiendo de qué idioma resulta más cómodo para cada miembro de la pareja, elegimos cómo queremos comunicarnos durante la sesión.
Durante nuestros encuentros iremos desarrollando la investigación sobre la pareja y progresivamente la construcción de nuevas soluciones. Uso el plural, pues en el proceso participamos activamente los tres.
Primero que todo elaboraremos una lista de los temas en los que la pareja, o uno de los dos, considera necesario un cambio, que no ha podido lograr por cuenta propia. A partir de allí formularemos el objetivo que persigue la pareja, que guiará el proceso terapeútico.
Luego iremos sesión a sesión abordando situaciones concretas en las que se manifiestan las dificultades o “Temas” más importantes. Muchas veces pasa que después de trabajar sobre un tema a través de una situación concreta, otros temas se aclaran o pueden ser asumidos por la pareja desde otra perspectiva, que les permite salir del “atasco”.
Muchas veces pasa también, que durante el proceso nos damos cuenta de que es necesario trabajar individualmente con uno de los dos o con ambos, para lograr superar temas personales, por los que la pareja nada puede hacer, pero cuyas repercusiones hacen “ruido” en la relación con el otro. Dichos temas tienen sus raíces en la historia familiar de cada uno. Más abajo encuentras más información al respecto.
En otras palabras, se trata de temas que la sabiduría interior de cada uno está queriendo sanar para poder crecer a partir de ellos y que por tanto, encuentran su superficie para expresarse en la interacción con el otro.
Estos temas están gritando desde el fondo de tu alma y de tu inconsciente: ¡Ayuda!¡Quiero salir a la luz y encontrar una resolución!
En ese sentido es tu pareja, con la que tienes tantos conflictos, tu verdadero maestro de crecimiento personal. Yo lo veo así, por eso es que ya no le tengo miedo a los conflictos de pareja.
A medida que trabajamos en los temas individuales y de pareja, ambos irán notando cambios en el día a día.
Cuando se van sanando las heridas con las que ya venimos y además podemos escuchar realmente al otro y ponernos en su posición, cuando podemos reconocer los propios actos, de los que muchas veces somos inconscientes y empezar a decidir si queremos ensayar otras maneras de reaccionar, muchas cosas van cambiando.
No se trata solamente de discutir menos, se trata de re-establecer la comunicación, de poder abrir de nuevo el corazón al otro, de recuperar la confianza, de recuperar el deseo y la satisfacción en la sexualidad conjunta, de poderle dar lugar a la ternura y a la complicidad, de aceptar la inviabilidad de cambiar ciertas cosas y la posibilidad de hacerlo con otras.
En cuanto a la metodología, puede ser que una buena “conversación” sea suficiente. Otras veces puede haber trabajo corporal, cambio de roles, constelaciones/esculturas familiares, trabajo con las partes/voces interiores, visualizaciones, entre otros.
Cuando la pareja siente que llegó a un punto en el que puede continuar adelante por sí misma, puede disminuirse la frecuencia de los encuentros o simplemente suspenderse. Siempre es posible acordar una nueva cita por algún tema que se presente después.
Siempre se presentará alguna cosa, esa es la vida, esa es la vida en pareja...
La relación de pareja es el espacio donde se hacen visibles las huellas dejadas por nuestra crianza, tanto nuestros recursos como nuestras falencias. Por eso cuando elegimos a un compañero y le entregamos nuestro corazón, estamos eligiendo al maestro que nos llevará a tomar conciencia de las heridas que nos quedan aún por sanar, de las áreas en la que podemos todavía crecer.
“Me siento rechazada por el...” “Me siento ignorado por ella...” “Siento que mi pareja no me valora...” “Mi pareja no confía en mi...”
Son afirmaciones que escucho con frecuencia de parejas que vienen a mi consulta. Al emprender el proceso terapéutico, entramos en un viaje a través del tiempo y la experiencias de cada uno. En un punto de ese recorrido, encontramos al niño lastimado, que sigue viviendo en el corazón del adulto y que vuelve a sentir dolor, cada vez que se enfrenta a situaciones que lo remiten a sus heridas aún no sanadas. Las reacciones para protegerse de sentir dicho dolor, son diferentes en cada persona. Algunas personas se encapsulan, otras contraatacan, otras recurren a la infidelidad, otras comen o beben en exceso...
Esta es la base de muchos conflictos de pareja.
Si te suena familiar, tienes suerte. Quiere decir que acabas de encontrar una solución posible a tus conflictos de pareja. Puedes contactarme para obtener más información sobre la terapia de pareja.